Juntos
acorralados
en la postrera esquina
dejemos
la mentira y sus visillos
para
enfrentar una noche de verdades
Solos
irremediablemente
abandonados
al fin de
la escalinata
de la
niñez, la juventud
y la
esquiva balanza del tiempo
conversemos lo inconversable
tallemos
la palabra
y los
breves retratos
con el
inflexible rigor
de un
verso y una pluma.
Saquemos
a relucir
nuestras
pobrezas
ese vacío
donde no
se atreve siquiera la palabra
arriesguémosnos
a dibujar
lo que
pueda ir quedando
del “tu”
y del “yo”
al bajar
las defensas
de las
equívocas virtudes
Atrevámonos
a deletrear
el
esquivo verso
de toda
nuestra noche
A
alimentar con el sarro
de todas
nuestras certezas
el ansia
empavorecida
del
sitial vacío en nuestra mesa.
A acallar
con toda nuestra sensiblería
de
violonchelos trasnochados
los
ladridos rabiosos
de
nuestro sinfín de remordimientos
Dime nada
más
con tu
ceño y tu mirada
dime que
no te he perdido
que el
fuego en que ardimos
no
floreció imposible
