sábado, abril 18, 2015

TERMINAL

Aspero es el fleco negro de la muerte
implacable su acero
para evitarlos me teñí con maquillaje de olvido
y caminé inconsciente
sobre la tensa cuerda floja del silencio.
En mi borrada voz de mentiroso
inventé versos y canciones
a la esfera del miedo  cultivado en las sombras
y colmé de falsos aderezos
al miserable mundo eterno de los vivos.

Aspero es el fleco negro de la muerte
implacable su acero
para esquivar su zarpazo
quise evadir la última verdad
que son los gusanos en que florecen los muertos
regados por el último sudor.
Pero la dureza y crueldad de la piedra de la vida
traspasaron la dulce mentira de mi canto
trizando la feble cabaña de la verdad oficial
y se me ofreció entonces de frente
toda la obscenidad de la existencia.

Aspero es el fleco negro de la muerte
implacable su acero
lanza a su paso un lánguido reflejo
el cristal borroso del destino
y entonces se miden los días y las obras
en el metro implacable e imposible de Saturno.
Trato de rescatar las hojas de mis sueños
de la esclavitud del absurdo
que es cierta como la hora nocturna
pero el límite de mi sueño
llega en el ladrido de un perro
y muere en los andrajos de mi propio nombre.

Aspero es el fleco negro de la muerte
implacable su acero.
Combatir sus turbiones
es como amar un cadáver de amores aplastados
fornicando en oro para terminar en nada.
Por todo eso es preferible
agarrar a la angustia por el cuello
y resolverse a chocar contra la belleza del fracaso
fracasar como lo hace un fuego artificial
que se dispersa en harina de lunas

Aspero es el fleco de la muerte
implacable su acero
solo queda someterse
lanzar al aire los dados de la sombra
y palpar con avaricia la belleza
del instante final de nuestras horas
el último fluir de sangre nunca acuchillada.
Y es que mi sangre es sangre de puerco
que se coagula sin vergüenza ni remordimiento
sangre que no encuentra ni perdón ni descanso
porque soy un extraño Abel que se suicida

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