La mano izquierda del destino
con sus minutos azules
se mueve al ritmo de un reloj
que se dirige al sueño
en un suave calambre
por el fondo de mis ojos.
El sol cansado
se acuna en vitrales de agua
y baja por la escalera de la noche
esa del traje negro y su corbata oscura
Mientras tanto las plantas de mis pies
acarician la soledad
y el peso del momento
que canta y se desgrana
en espigas de brisa y de ocaso naranja.
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